Publicado el: 24/06/2023

Me llamo Jorge Serrano y actualmente trabajo como facilitador de grupos en Mallorca. Quizá os preguntaréis ¿y esto qué es?

Pues bien, ser un facilitador de grupos va más allá de dirigir reuniones y coordinar actividades. Es una experiencia profundamente humana que requiere empatía, escucha activa y habilidades de comunicación, aunque también intuición. En este post, te llevaré a un breve viaje personal a través de la profesión de un facilitador de grupos.

¿Cómo es un buen facilitador de grupos? Para mí, un facilitador de grupos es, en primer lugar, alguien apasionado por las personas, que es capaz de explorar diferencias y lugares comunes en el grupo. Hablamos de un profesional dedicado a crear un espacio seguro y acogedor, donde los participantes puedan expresarse libremente, aprender unos de otros y colaborar en beneficio de objetivos comunes. Se trata de una vocación que implica ayudar a otros a encontrar su voz y a descubrir nuevas perspectivas.

Antes de cada sesión, los facilitadores nos sumerjimos en un proceso de preparación profunda. Investigamos los temas a abordar, seleccionamos actividades y generamos materiales que faciliten la interacción, el aprendizaje y el cuidado personal. Es habitual vernos cargados de pegatinas, gomets, tarjetas, post-its, hojas de trabajo, pues queremos asegurarnos de que contamos con herramientas visuales y útiles que estimulen la participación, ya sea en formato presencial como virtual.

Ser facilitador y formador no es lo mismo. El formador se enfoca en la transmisión de conocimientos y habilidades específicas; sin embargo, el facilitador no tiene por qué ser experto del área en cuestión, sino que se enfoca en el proceso y la dinámica del grupo.

Lo mejor de esta profesión es presenciar las transformaciones personales y colectivas que ocurren en cada grupo. Ver cómo los participantes adquieren una mirada más madura y amorosa sobre el grupo y/o el proyecto.

Lo peor de ser facilitador: Aunque el trabajo de facilitador es gratificante, también puede ser agotador emocionalmente. Manejar las emociones intensas de los participantes, enfrentar conflictos o lidiar con la resistencia al cambio puede generar desgaste. Además, puede resultar desafiante mantener el equilibrio entre las necesidades individuales y las metas del grupo. Para superar estos desafíos muchas veces es interesante trabajar con la ayuda de una persona cofacilitadora, y hacer un trabajo de autorreflexión después de las sesiones.

Conclusión: facilitar no es fácil, aunque lo parezca 😊 Si la sesión no va como esperado la frustración es alta, para facilitador y participantes. Por contra, cuando todo sale bien bien nuestro trabajo quedará muy invisibilizado, pero así debe ser pues quiere decir que el proceso fluye y el facilitador no ha tenido un protagonismo que realmente no le corresponde.